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Cartas de Amor

Querido amor,

No puedo evitar sonreír mientras escribo esto, aunque mi corazón te extraña más de lo que las palabras pueden decir. Saber que estás en alta mar, lejos, de maniobras, me hace sentir un torbellino de emociones. Estoy tan orgullosa de ti, de lo que haces, pero al mismo tiempo, no te imaginas cuánto desearía tenerte aquí, a mi lado, aunque fuera solo por un momento porque te extraño mucho.

Me pregunto qué estarás viendo ahora. ¿Será el amanecer reflejándose en el océano? ¿O quizá la inmensidad de las estrellas en la noche? A veces me gustaría ser una pequeña ola en el mar, solo para estar cerca de ti, para sentir que de alguna manera compartimos el mismo espacio, aunque sea en la distancia.

Sé que tu vida está llena de retos y que cada día te enfrentas a situaciones que pocos podrían entender, pero quiero que sepas que aquí, en tierra firme, tienes a alguien que te piensa cada segundo. Me imagino cómo será el día en que vuelvas, cuando nuestras miradas se crucen otra vez, y podré decirte todo lo que ahora intento volcar en esta carta.

A veces me despierto en medio de la noche y me giro en la cama esperando encontrarte, pero el hueco donde solías estar solo me recuerda cuánto te extraño. Sin embargo, sé que lo que haces es importante y que detrás de cada ola que golpea el casco de tu barco, hay una promesa de que volverás.

Mientras tanto, aquí sigo, con la misma esperanza y amor que cuando nos despedimos. Sé que esta distancia no es nada comparado con lo que compartimos, y aunque el mar nos separe ahora, pronto estará calmado y podremos cerrar este espacio entre nosotros.

Te amo más de lo que podría escribirte en estas líneas.

Con todo mi corazón,
Tu chica

A esa chica que me alegra las mañanas

Ni siquiera sé tu nombre. Ya van semanas que coincidimos en el autobús, cada mañana, en esa misma esquina de la ciudad. Y cada día, sin fallar, me sorprendes con una sonrisa que me ha empezado a parecer lo mejor de mis días. No sé mucho de ti, apenas los momentos breves en los que nuestros caminos se cruzan al subir al autobús y, si la suerte está de mi lado, el cruce de un "buenos días" entre nuestras miradas.

Suelo elegir el asiento cerca de la puerta para verte mejor cuando subes. Me pregunto qué pensarías si supieras que he llegado a anticipar tu entrada, que esos segundos en los que subes con tu paso ligero me arrancan del letargo de las mañanas y me despiertan de una manera diferente al café. Tu presencia ilumina de una forma tan sencilla y natural, sin esfuerzo, que a veces temo que no te des cuenta del efecto que tienes en quienes te rodean. En mí, al menos.

A veces me imagino hablándote, preguntándote cosas tan simples como cómo fue tu día, qué te gusta leer, si también encuentras un poco de paz en el trayecto. Me he convencido de que tienes una vida llena de cosas interesantes, y me intriga saber qué te hace sonreír, qué pensamientos ocupan tu mente cuando miras por la ventana mientras el autobús avanza. Imagino que llevas algo de prisa por llegar, pero aún así, hay una calma en ti que me atrapa.

No quiero que pienses que soy un extraño que te observa en silencio, pero en parte lo soy, lo admito. Me gusta observar esos detalles de tu día que tal vez otros no noten. Como cuando acomodas tu bolso en el asiento o te apartas un mechón de cabello detrás de la oreja. Pequeños gestos que me hacen pensar en cómo sería conocer más de ti, más allá de las mañanas compartidas.

Quizá algún día me atreva a sentarme junto a ti y descubrir lo que he estado imaginando, o tal vez simplemente te seguiré mirando de lejos, esperando que tal vez, solo tal vez, también pienses en mí cuando te cruzas conmigo en el autobús.

Hasta entonces, solo puedo decirte que me has regalado una rutina que antes no apreciaba y, aunque no lo sepas, has hecho mis días un poco más brillantes.

Con una esperanza que crece cada día,
El chico del autobús

A ti, que me has cambiado para siempre

No sé exactamente cuándo comenzó todo esto. Al principio eras solo una idea, un "qué si...", una posibilidad que crecía en los momentos de silencio, entre palabras no dichas y miradas compartidas. Pero con el tiempo, te has convertido en algo mucho más grande, más profundo. Ya no eres una idea, eres mi realidad. Y aunque las palabras se me hagan pequeñas para describir lo que siento, aquí estoy, escribiendo, tratando de dar forma a este caos hermoso que has traído a mi vida.

Tu risa, tus gestos, la forma en que miras el mundo... Todo en ti parece estar lleno de una verdad que me deja sin aliento. No es que me hayas cambiado; es que me has revelado partes de mí que no sabía que existían. Nunca imaginé que alguien pudiera tener este efecto, pero ahora lo sé: llegaste y transformaste todo. Ya no veo las cosas del mismo modo, porque ahora cada pequeño detalle lleva algo de ti.

A veces me pregunto si también te das cuenta de lo que hemos construido juntos. No son solo los momentos que hemos compartido, sino esa sensación de que el tiempo se detiene cuando estamos cerca. Es como si el mundo fuera un telón de fondo y nosotros los únicos actores en esta historia que escribimos sin guion. Hay días en que me parece imposible que pueda sentir tanto, y sin embargo, aquí estoy, sonriendo como un tonto con solo pensar en ti.

Lo más curioso es que no buscaba esto, no esperaba que alguien llegara para desordenar mis planes y mostrarme algo mejor. Pero aquí estás, y no puedo imaginar otra forma de vivir. No quiero. Es como si todo antes de ti hubiera sido solo una preparación para este momento, para nosotros. No puedo evitar preguntarme si tú también lo sientes así, si reconoces esa chispa en el aire cuando nuestras miradas se encuentran.

No se trata solo de amor, aunque eso también está aquí, por supuesto. Se trata de que has traído una luz diferente, una claridad que hace que todo tenga más sentido. Contigo, cada risa suena más fuerte, cada lágrima es más llevadera. Me haces sentir invencible, no porque me hayas cambiado, sino porque me haces sentir que juntos podemos con lo que sea.

Sé que la vida no siempre será fácil, pero si algo he aprendido contigo es que no necesito tener todas las respuestas. Solo necesito seguir este camino contigo. Porque al final, lo que más importa no son las certezas, sino lo que construimos día a día, lo que seguimos descubriendo en cada pequeño momento.

Gracias, por todo. Por cada sonrisa, cada palabra, cada silencio. Porque contigo, simplemente, todo cobra sentido.

Con todo lo que soy,
Yo.